dijous, 10 d’abril del 2008
ENTREVISTA PJ HARVEY
Retratada como una Ofelia shakesperiana salía en la portada del aclamado ‘To bring you my love’ (95) y como una suerte de Alicia gótica deslumbrada por una luz blanca aparece la británica PJ Harvey en la carpeta su nuevo álbum ‘White chalk’, con el que da un giro de tuerca aun más radical en la cambiante carrera de esta artista autosuficiente y poco proclive a los lugares comunes del rock independiente. Tres años después de su anterior entrega de estudio, ‘Uh huh her’, y tras pasar revista a su carrera de la mano del difunto John Peel (‘Peel sessions’, 06), la británica enfatiza su discurso intransferible y se adentra por territorio virgen con este disco en el que por vez primera posterga por completo las guitarras para construir dramáticas canciones minimalistas a partir del piano. Producto de dos años y medio de trabajo doméstico en su Dorset natal, ‘White chalk’ ha sido producido por cómplices habituales como Eric Feldman y Jim White, del interesante grupo instrumental The Dirty Three, y el tandem de productores formado por Flood (U2, NIN) y su músico y arreglista de confianza John Parish, con el que no trabajaba desde ‘To bring you my love’, con el que se reveló como una especie de Patti Smith contemporánea
-Casi todos tus discos se han apartado siempre de la línea del anterior, pero este supone un cambio mayor. ¿Cómo te lo has planteado? -Tenía una voluntad firme de tomar una nueva dirección dejándome llevar por mi visión musical del momento. A veces, al componer dejo pasar una idea porque pienso que ya lo he hecho antes o que no funcionará, pero esta vez he tratado de no dejar escapar nada. En este momento me desalienta bastante la forma en que funciona la creación artística. No sólo en la música, sino también en el arte, la literatura o el cine. No entiendo el motivo, pero parece que la calidad es cada vez menor. De vez en cuando se ve algo de luz y das gracias a Dios. Lucho por mantener la excitación por algo, ya hay demasiadas cosas absurdas como para que yo contribuya con más.
-¿Qué te decidió a hacer un disco desnudo, sin guitarras y basado en un instrumento que no dominas, como el piano? -Empecé con este proyecto hace dos años y medio, escribí y acumulé un montón de temas, algunos realmente extraños. Y probé también con cantidad de instrumentos pianos, guitarras locas hechas con cajas de puros, arpas, pequeños teclados... todo lo que caía en mis manos que no fuese una guitarra. Hice algunas cosas con guitarra que no quedaron tan mal, pero decidí no usarlas. Lo importante era tener un sonido distinto que diera unidad al conjunto y eso me llevó a escoger las canciones que creía con más fuerza, que curiosamente tenían pianos en lugar de guitarras
-¿Qué te gusta del piano? ¿Cómo calificarías tu maneras de tocar? -Lo que me gusta del piano es que no tiene nada que ver con la guitarra. Es algo así como enfrentarse a una bestia… Durante tres meses casi ni me atreví a sentarme delante. No sé tocar el piano, pero me pongo delante y actúo como si fuera una pianista virtuosa en un concierto… te puedes parecer gracioso pero así hice el disco. Improvisaba como una pianista, grababa y cuando encontraba buenos partes las elaboraba. Ha sido una manera totalmente nueva de escribir. Y líricamente, este disco también ha sido distinto. He practicado algo nuevo a lo que llamo ‘escritura en el momento’. Normalmente recurro a ideas que he ido acumulando con el tiempo pero como escribo a todas horas, usaba textos que acababa de redactar de una manera casi improvisada. Trabajé de esa manera tan fresca para ver qué pasaba y así es como salió el disco.
-Y sin embargo te has atrevido a dar conciertos sólo con piano. ¿Qué recuerdas del primero? -Fue el año pasado, en un festival literario en Gales, y resultó una experiencia aterradora estar allí sola con el piano ante dos mil personas. He hecho unos cuantos más y siempre aparece esa sensación de pánico. Pero los hago porque tengo un deseo irrefrenable de cantar y tocar en público haciendo algo distinto; siento que es para lo que estoy en este mundo.
-Tu voz también suena distinta. -Me costó mucho encontrar la forma en que quería cantar. Pensé mucho en los aspectos de mi voz que no me gustaban e hice un montón de pruebas. He crecido escuchando discos de cantantes americanas de blues y al final esa influencia está dentro, pero he tratado de recordar quién soy y cómo hablo para cantar como una mujer británica. No quería tener un estilo caricaturizable, sino cantar de la manera más pura posible, con el punto naïf de la infancia.
-Siempre se te ha asociado con el blues, pero de la influencia del blues y del rock no hay casi ni rastro en el disco. -El blues y el rock están en mis huesos pero no los echo en falta. Ahora estoy más excitada con el nuevo sonido. Este disco tiene una mezcla de ingredientes atemporales que resultan difíciles de ubicar. Podría ser de hace cien años o de dentro de cien. Estas canciones tienen un componente atemporal, son como un nuevo estilo de música que no puedo comparar con nada, porque no encuentro puntos de referencia.
-¿Cómo definirías tu estilo? -Creo que nunca he tenido una dirección clara a nivel musical. Al contrario, me caracterizo más bien por la falta de dirección. Mi único objetivo es no repetirme y tener un punto diferenciador. Siempre he procurado no repetir técnicas para conseguir que una canción funcione. No tiene ningún sentido hacer algo si no es nuevo. Hay demasiada música en el mundo como para hacer más de lo mismo. Normalmente no me gusta escucharme pero este disco ha alterado eso porque me cambia cada vez que lo pongo. Me hace sentirme confundida, desubicada, confortada y animada al mismo tiempo.
-Desde tus comienzos, hace ya 16 años, has sacado ocho discos. ¿De cual, aparte de éste, estás más orgullosa? -Probablemente, de ‘Is this desire’, con ese disco sentí que todo se conjuntó y funcionó en el momento y la medida justa. ‘Stories (from the city, stories from the sea)’ fue un buen disco de pop hecho con más oficio que corazón. Otras veces se trata de explorar o buscar algo que se encuentra dentro de tu alma. Pero en ‘Is this desire’, ‘To bring you my love’ y este último, el corazón y el oficio que da la experiencia que han juntado bien. Aquel disco fue un instante especial que luego pasó. Quizás ese es el proceso natural de las cosas, parece que hay un ciclo en el que las cosas confluyen y funcionan; luego se alejan y se echan de menos por un tiempo.
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